La expectación era bastante grande ya que muchos de mis amigos japoneses me habían hablado muy bien, y además, tenía muchas genes de ver a tanta gente arreglada con su yukata (kimono de verano). Tengo que reconocerlo, ¡Me encanta la ropa tradicional japonesa!. Así que allí estaba yo a pesar de mis obligaciones como estudiante en época de exámenes, jeje.
Pero la verdad es otra, me aburrí mucho mientras veía los fuegos artificiales. Acostumbrado a los fuegos artificiales de España, que en unos 30 minutos como mucho tus ojos se quedan maravillados de ver semejante espectáculo sin interrupciones y con un ritmo intenso y constante que acaba en una traca final capaz de dejarte aturido; el que vi ayer me dejó algo frío. El principal problema fue el ritmo, demasiado lento, con muchos altibajos que le quitaban emoción. Es cierto que había momentos que se venían fuegos artificiales preciosos, pero había que esperar demasiado. Además, otra cosa realmente molesta fue soportar a una mujer policía japonesa, micrófono a máximo volumen en mano, diciendo cosas como: “mientras ande no pare para hacer fotos”, “señorita con el yukata rosa, apártase por favor”, etc. etc.
Otro punto intersante fue, otra vez, el impresionante control que marcaba la policía. Marcando todos y cada uno de los lugares donde la gente podía sentarse, dónde andar o dónde estar de pie. Todo y por la seguridad de los ciudadanos, pero como siempre, a ojo occidental te hace sentir un poco tonto.
Bueno, aquí van unas fotos y vídeos del evento.
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<span style="font-size:85%;">Sentados</span>
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