¡Agárrense los mandangos! Ahí va la cifra: 1 hora 20 minutos. Eso es desde que salgo de casa hasta que entro a la oficina, cinco minutos antes de empezar el curro (a las 10). ¿Tan lejos vivo? Pues sí, pero es que en una ciudad como Tokio, ya viviendo el centro (bueno, alguno de los múltiples centros), a no ser que tengas suerte te tocará desplazarte con una o dos líneas de metro. En mi caso, tengo que coger primero un tren que me lleva hasta Shibuya (un “centro”), allí hago un transbordo de 5 minutos que me lleva a una estación al Este de Shinjuku, y desde allí el último transbordo que me deja en Nishi-Shinjuku, justo al lado de mi destino. Son 52 minutos de tren a los que hay que sumar los transbordos, el tiempo que tardo desde mi casa a la estación, dejar la bici en el parking y el tramo desde la estación a la oficina.
Sí, ¡yo también lo pienso! ¡Vaya un porculo! Por supuesto, podría ahorrarme unos 15 minutos en tren si cogiese el express en vez del local desde Nagatsuta, pero sólo por ganar esos minutos dejaría de poder ir sentado toooodo el trayecto y aprovechar ese tiempo para leer un poco, ver una peli o escribir alguna de las últimas entradas en el blog. Sabia que comprarme el Vaio me iba a venir bien para estos menesteres. Ahora me toca ahorrar a ver si en unos meses pudiese plantearme la odisea de mudarme más hacia el centro y evitar estas jornadas de tren, que aunque a veces son productivas, no se puede comparar con regresar a casa en un cuarto de hora sin tener que ser apretado y estrujado en las horas puntas. Menos mal que soy más alto que la mayoría…
Haciendo un poco de memoria, ahora me resulta sorprendente cuando trabajaba en Alicante y aquellos dias que las sábanas de pegaban más de lo normal, aun levantándome 20 minutos de la hora de entrar, podía llegar a tiempo… Y es que vivir en Tokio me ha hecho cambiar radicalmente mi concepto de distancia y tiempo en los desplazamientos. Pero la mayor diferencia la noto en que aunque suelo necesitar mucho más tiempo para moverme de un lado a otro, no me causa tanto estrés como conducir en hora punta por Alicante o Murcia sin poder hacer otra cosa que esperar. ¡Lástima que eche tanto de menos mi coche!