Cada vez que lo veo me pongo nervioso, se me ponen los pelos de punta, se me seca la boca… Supongo que será la combinación de ver a un perro empalado por una japonesa hippie en una furgoneta azul pastel rodeada de office ladys vestidas de rosa como si estuviesen escuchando un sermón del profeta del colágeno al son de “shes” (que se pronuncia シーズ, shiizu). ← Leer sin tomar aire, ¡fuera comas!